El Trabajo nuevo, Capítulo 3
La distancia era larga, aunque podía levantarse un poco mas tarde de lo que acostumbraba, seguía tomando el metro en plena hora punta. No le gustaba sentirse aplastada, no le gustaba el olor a encierro, por suerte era por poco tiempo.
Ya en su estación se bajó y salió del metro, buen horario, llegaba a tiempo cómodamente.
Llegó a la oficina, golpeó la puerta y Javiera le abrió, esta seguía impresionándola, no solo tenía un lindo rostro, era sexy y elegante, la envidiaba.
- Él ya está en su privado trabajando, comencemos con lo nuestro.
Angélica se sentó en su escritorio y Javiera le comenzó a dar instrucciones. Su trabajo no era especialmente complejo, pero si repetitivo y tenía que ser precisa, muchos números, muchos nombres, en definitiva muchos datos a considerar.
Javiera era amable y concreta en sus instrucciones y a poco andar Angélica entendió la mecánica del trabajo. En un momento Angélica le dijo: "¿te o café?
- Té, por favor.
Mientras rellenaba las fichas su compañera fue a la pequeña cocina de la oficina y preparó un café y un té, le entregó el té y volvió a su escritorio.
Transcurrió la mañana y en un momento Javiera recibió un mensaje, lo miró y le dijo: -Nos quiere ver, acércate.
Angélica saltó como un resorte, se puso de pie y caminó a pasos cortos pero rápidos hasta quedar al lado de Javiera, esta se arreglaba la camisa y la falda, la imitó.
Javiera abrió la puerta y entró primero, sostuvo la puerta y ella le siguió. En pocos segundos estaban frente al escritorio de su jefe.
- Javiera- su jefe dijo esto mirando directamente a su compañera- ¿ella ha estado rellenando los informes esta mañana?
-Sí mi Señor, desde temprano.
- Muy bien, he revisado algunos en nuestra nube y todo está correcto, bien hecho- Javiera le sonrió y meneó su cabeza en gesto afirmativo.
- Bueno Angélica, las cosas van bien, obviamente tendrás mas cosas que aprender, pero con lo que has hecho me queda claro que entiendes de que va y tiendo a creer que podrás con lo que venga. Vuelve a tu escritorio y sigue con tu trabajo.
- Sí señor.
Caminó a la puerta suavemente, abrió, salió y antes de cerrar, por un segundo vio a su compañera de pie frente al escritorio de su jefe, con una pequeña inclinación en la cabeza mirando el suelo y las manos atrás de su espalda y con un pequeño gesto, ella separó un poco las piernas.
A su pesar, cerró la puerta.
Quería mirar, quería escuchar que pasaba, pero sabía que estaba mal, tenía órdenes.
Ya en su escritorio trató de enfocarse en el trabajo y hasta cierto punto lo consiguió. Sabía lo que estaba ocurriendo tras la puerta, era obvio, era parte del trabajo, pero la turbaba la curiosidad. A pesar de todo, logró enfocarse en lo que debía hacer.
Al comienzo su cabeza no entendía el sonido.
La repetición del sonido la sacó de la concentración que tenía en el trabajo.
Uno, luego otro, otro más... eran fuertes, eran muchos.
La estaban nalgueando, tan fuerte que el latigazo llegaba a ella.
Otro más.
Javiera no emitía ruido, al menos que ella pudiese oir.
Otro.
Debe estar rojo... hace mucho que no sentía la mano de un hombre y hace mas que no sentía ese ardor.
Otro.
No pudo evitarlo, se puso de pie.
Otro.
Caminó a la puerta
Otro más.
Se puso al lado de la puerta, acercó el oído.
Otro mas y un pequeño gemido, uno nuevo, otro gemido.
No sabía en que posición estaba, pero tenía que estar en el escritorio.
A cada nalgada seguía un gemido ahogado, Javiera sabía de eso, lo recordaba, el gemido salía traicioneramente aunque intentase evitarlo.
Sus pezones estaban duros.
De pronto los sonidos se detuvieron y ella despertó, rápidamente volvió a su puesto. Segundos después apareció Angélica, acomodándose la ropa, levemente despeinada, con la cabeza agachada, lentamente se sentó en su escritorio, no levantó la vista, de hacerlo habría visto los ojos de Javiera en ella. Segundos después Javiera vio como su compañera frotaba suavemente sus pechos sobre la blusa que tenía puesta, era un gesto simple e íntimo que seguramente la secretaria había efectuado mas de una vez luego de una sesión de nalgadas, pero esta vez había un testigo olvidado frente a ella. De pronto Angélica levantó la vista y vio a su compañera mirándola, la turbación fue mutua, la chica nueva se avergonzó, la otra se puso de pie y rápidamente fue al baño. Luego de unos minutos regresó mas compuesta, se sentó en su escritorio y siguió trabajando.
Para esto la habían contratado
El resto del día fue sin novedad... para ambas
---------------------------------------------------
Al día siguiente, la mañana fue normal, tal y como el día anterior.
Luego del almuerzo, que tomaban juntas, Javiera recibió un mensaje de su amo, como la vez anterior se puso de pie rápidamente, miró a su compañera y dijo:
- Me llama.
Sin mas caminó al privado, dejando sola a su nueva compañera.
La curiosidad solo hacía que el morbo aumentase.
Trataba de oir, pero nada salía del privado.
Llegó un correo, trató de concentrarse en su trabajo, pero en este caso la información era confusa, no era el típico documento que había visto y analizado anteriormente. No sabía que hacer.
Recordó las instrucciones de Javiera: "El tiempo es crucial, nuestros clientes piden que se les entregue el informe en plazos muy acotados, por eso, si tienes dudas, pregúntame de inmediato, si yo no estoy pregúntale a Él, si me está usando envía un mensaje a su teléfono. No deben haber atrasos."
Nerviosa tomó su teléfono, Javiera había agregado el número de su jefe el primer día "por si Él necesita contactarse". No se atrevía a mandar el mensaje, lo releyó y corrigió 4 veces hasta que quedó conforme: "Señor, llegó un certificado, no es como los que he leído, los datos no coinciden exactamente con el formulario, pero algunos se parecen, lamento esto pero no se como rellenar el informe en estas circunstancias, espero no ser inoportuna"
Lo envió, pasaron unos minutos y recibió un mensaje de vuelta:
- Ven, trae una libreta.
Se puso de pie como si la instrucción hubiese sido gritada, tomó un libreta, caminó hasta la puerta y antes de entrar arregló su ropa y dio un pequeño golpe en la puerta.
- Entra.
Abrió la puerta y entró, tratando de que no se notase lo completamente turbada que estaba.
Él estaba sentado, en una típica silla giratoria, mirando a una de las paredes laterales, como descansando, el escritorio cubría la mitad de su cuerpo, pero se veían los pies de Javiera sobresaliendo. En cuatro patas, su compañera le estaba dando una mamada.
- Señor- comenzó a hablar pero con un gesto su jefe la detuvo, apuntó a un lado para que ella se acercara y quedase frente a él. Una vez en la posición pudo ver como Él estaba en una posición reclinada, con las piernas abiertas y el pantalón abierto lo suficiente para el trabajo que Javiera estaba haciendo. Angélica solo veía el cuerpo de su compañera, en cuatro patas, con el vestido en la cintura, un colaless y ligas negras. No veía la mamada en si, pero veía la cabeza de su compañera moviéndose acompasadamente.
- Entiendo el problema- comenzó- acabo de leer el certificado y sí, esa municipalidad usa una estructura completamente diferente a la que te han enseñado- Decía esto mirando directamente a los ojos a su nueva secretaria, ella no se atrevía a bajarlos
- Sin embargo, sí cumple con los datos que necesitamos, como puedo leer los archivos de nuestra nube, te dictaré las equivalencias para que puedas llenar el informe- Notó como el le hacía un pequeño gesto en la cabeza a Angélica, solo con las yemas de los dedos, como una mascota a la que se le acaricia cuando tiene la cabeza en las piernas de su amo.
-Bien, donde el informe dice...- y comenzó a explicarle que datos iban en cual casilla, pero mientras lo hacía Angélica notaba como su compañera aumentaba la intensidad de la mamada, mas rápida y profunda, algunas toses inevitables, pero el aumento de velocidad era evidente.
- Bueno, también debes fijarte que en una parte dice metros cuadrados y en la otra solo metros- la intensidad de la mamada había aumentado, Javiera simplemente no trataba de disimular el ruido que generaba su boca y garganta- entonces los metros cuadrados...arg..
Su jefe había dado un gruñido, había tomado la cabellera de Javiera, levantando la cabeza de esta y le había dado una cachetada mientras la miraba a los ojos, y dijo
- Cálmate.
Mantuvo la cabeza de Angélica en el aire, mientras volvía a dar instrucciones.
Angélica necesitó de toda su voluntad para concentrarse, con la vista periférica notaba como su compañera estaba de rodillas, su jefe le sostenía la cabeza mediante la efectiva técnica de armar una cola con el cabello de la secretaria, podía notar como Javiera respiraba fuerte, sin decir nada, solo esperando.
- ¿Has entendido?.
- Sí señor- dijo Angélica, esforzándose por no mirar a su compañera y mirando a su jefe, pero los ojos de este le intimidaban, notaba algo de enojo.
- Entonces vuelve a tu escritorio y sigue con el trabajo.
Angélica se giró y avanzó a la puerta. Al salir miró hacia el escritorio y vio como su jefe tomaba a su compañera y la ubicaba en el escritorio, era evidente, la iban a castigar.
Cerró la puerta.
Ya en su escritorio comenzó a escuchar el castigo, el ruido no era acompasado, eran muchos uno encima en otro, no era como el día anterior, un castigo placentero casi juguetón. Angélica lo sabía, a su compañera esto le debía estar doliendo.
Cesaron las nalgadas e intentó concentrarse, de cierta forma lo consiguió y entonces comenzaron los gemidos. Javiera gemía, se notaba que trataba de controlarse, pero no podía, la estaban penetrando. Angélica imaginó a su compañera apoyada en el escritorio siendo penetrada por su jefe, rudo y profundo, algunas nalgadas se escuchaban y los gemidos eran presentes.
Con los sonidos de sexo rudo tan presentes, el cuerpo de Angélica reaccionó haciéndole recordar todo el tiempo que llevaba sin contacto con alguna otra persona. Las sensaciones la invadían, sus pezones estaban duros desde que entró en el privado de su jefe, su boca se humedeció recordando las sesiones de sexo oral que había dado, y comenzó a sentir la humedad entre sus piernas. Extrañaba sentir una mano en su cuerpo, la mano de quién fuera, pero extrañaba aún más sentir que alguien ejercía poder sobre ella, la entrega, natural en ella, no había tenido destinatario hace mucho tiempo.
Comenzó a tocar sus pechos sobre la ropa, subió la falda lo suficiente para tocar piel cómodamente sentada en su puesto. Recorría sus caderas, su costado, tocaba la piel de sus piernas, las manos subían y bajaban con fuerza por su cuerpo, la presión que sentía le encantaba. De pronto oyó la voz de su compañera diciendo:
- Sí Señor, gracias.
A continuación un gruñido le dejo saber del orgasmo de Javiera.
Angélica se acomodó la ropa esperando el regreso de su compañera, pero esto demoró. Después de varios minutos, la puerta se abrió y salió Javiera, con la falda subida, completamente despeinada y la cara brillante de babas. Angélica la miraba, asombrada, no solo del desastre en que estaba convertida su formal compañera, asombrada de las sensaciones que sentía, le sorprendió entender que quería que la tratarán así, quería castigo, quería sexo rudo y que la obligarán a obedecer.
Angélica no podía evitar mirar cada detalle de Javiera, quien caminaba algo tambaleante hacía el baño que estaba tras ella. Cuando llegó a su lado se detuvo, se inclinó y la besó con la boca abierta metiendo la lengua entre los labios de su nueva compañera. La lengua fue acogida y saboreada. Se puso irguió y siguió al baño.
Angélica saboreo la saliva y el semen mezclados, no sabía porque había ocurrido eso, nunca había besado a una mujer y no sabía bien que sentir, pero si sabía que el sabor del semen la había excitado.
Minutos después Javiera volvía, formal como siempre, con una leve sonrisa de satisfacción.
Comentarios
Publicar un comentario